miércoles, 9 de septiembre de 2009

Historias de la cripta

A mi madre a veces le da por decirme: "¿Te parece que algún día de estos vayamos a comprarte algo?" Hace tiempo que aprendió que raramente tiene buen resultado ser espontánea en los regalos conmigo (igual que lo aprendí yo con ella) y por ello, preferimos ir juntas de compras, en plan matrimonio. Realmente no necesito que mi madre me compre nada pero sé que le hace ilusión mantener ese hábito y por qué no decirlo, a mí también.

Recuerdo una de esas ocasiones. Se acercaba el día de mi diplomatura y mi madre se empeñó en comprarme un reloj, como ella calificó, "elegante, para que tengas un reloj serio y bonito que poner". En un principio me dio bastante pereza, primero porque los relojes no me han resultado nunca especialmente interesantes y segundo porque conociendo los gustos de mi madre y los míos sabía que el reloj en cuestión acabaría en un cajón y, mi madre, despierta como es, tendería a preguntarme de vez en cuando "Y el reloj que te compramos, ¿ya te lo pones?" Que es el problema que tiene ponértelo un día e ir corriendo para que te lo vea puesto y luego ya no te lo pongas más.

Pues bien, quedamos un sábado por la mañana y cuando fui a buscarla vi que también se había apuntado mi padre, lo cual fue una alegría porque para estas cosas siempre se pone de mi parte. Fuimos a la joyería que quiso mi madre, joyería cuyos dependientes son conocidos suyos. Mi madre tiene la habilidad de establecer relaciones con todos los comerciantes de los alrededores, ya sea el joyero, el panadero, el farmaceútico o el carnicero. Así que, punto para ella, porque la dependienta en cuestión le iba a decir que sí a todo, lógicamente. Comenzó a sacar relojes "elegantes pero juveniles". Ahí no entendí el pero.

Para todo lo relacionado con comprar soy muy impulsiva y de ideas fijas y por eso, me gustó a primera vista un reloj metálico con la esfeta morada pero como era de esperar acabé comprándome uno parecido pero en naranja, que era el que le gustó a mi madre. Afortunadamente en este caso nuestros gustos no fueron tan divergentes, al menos, no hasta que vi la colección de relojes Flik Flak y, claro, quise añadir al reloj regalo de graduación, otro reloj más. Mi madre dijo que por ahí no pasaba, que esos relojes eran "relojes de niños". Algo que yo ya sabía pero que me daba igual. Siempre he sentido especial debilidad por los relojes Flik Flak y hacía años que no tenía uno, así que, dije lo que acostumbro a decir cuando mi madre no accede a comprarme algo en situaciones así: "Vale, pues lo compro yo, que seguro que no es muy caro". Algo que nunca acaba pasando porque puestos a ello prefiere comprarlo ella. Por otro lado, mi padre: mutis por el foro, justo el apoyo que necesitaba.

Así que, cuando mi madre ya se resignó a comprarlo y yo me encontraba en plena faena de elegir uno, me dice el dependiente (hijo de la dependienta): "¿Lo quieres para un niño o para una niña?" pregunta obvia cuando no sabes para quién es. Le respondo sonriendo: "Es para mí, así que, preferiblemente para niña, gracias". He visto caras graciosas y esta fue una de las que mejor recuerdo, cara de descolocado de: "madre mía, qué hago, me río... no me río..." Alguna bromilla me soltó que no recuerdo pero tampoco viene al caso. Finalmente escogí un Flik Flak azul turquesa con una sirena en la correa (ver modelo abajo) y tan contenta me fui con él puesto. No iba a ponerme el otro reloj, ése tenía que reservarlo para el día de la diplomatura. Al menos, con ese pretexto fuimos de compras, así que...

2 comentarios:

  1. Yo soy Flik
    Tu eres Flak
    somos dos...

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  2. ¡en un reloj!

    Puedes regalarme un flik flak nuevo, que ése se me ha quedado algo viejo... si tú quieres y te atreves, claro, que con la excusa de que prefieres no regalarme nada por si no me gusta... :) ¡vago!

    ¡Besos!

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