lunes, 24 de agosto de 2009

...

Hablando de mis alumnas, el otro día me contó una de ellas una anécdota que le había ocurrido en un campamento al que fue hace unas semanas en un pueblo cercano a Londres. Ella era la única española de su edad, así que, tras la expectación levantada, se le acercó un niño:

El niño - Mira, en el móvil tengo una canción en español. - le enchufa una canción que según ella debía ser bastante horterilla, del estilo "Enrique Iglesias". Lo cual hace que me ría y me enorgullezca de ella por no caer en gustos musicales tan evidentemente chabacanos.

Ella (asintiendo) - Sí, sí, ya veo pero no conozco la canción.

El niño - Y, ¿entiendes la letra?

Ella (lógicamente sorprendida por la pregunta) - Claro.

El niño - ¿¿En serio?? ¡¡Qué guay!!

Ella - ...

Un niño no muy avispado, o simplemente tonto, pensó ella. Pero la cosa no quedó ahí, porque otra niña se le acercó con el mismo cuento, para enseñarle otra canción y también debió alucinar al ver que entendía la letra. No tengo ni idea de si en Inglaterra enseñan algún idioma de forma obligatoria o no, pero puede que este tipo de reacciones sean consecuencia de ello.

El caso es que estuvo gracioso.

¿Qué quieres ser de mayor?

En casa, tenemos la mala costumbre de ver la tele mientras desayunamos. Bueno, no sé si es una mala costumbre, tengo un poco de cacao con eso de que es malo ver la tele mientras se come o mientras se cena o después de cenar o de comer o de lo que sea porque entorpece la comunicación familiar, algo así es, ¿no? En nuestro caso ocurre lo contrario, en muchas ocasiones, la tele favorece la comunicación. Por ejemplo, ayer mientras desayunábamos, en un corte de publicidad, viendo anuncios para niños, S llegó a la siguiente conclusión:

"Hoy en día las niñas sólo quieren ser cantantes"

Muy rotundo. Pero tiene razón. Cuando yo estaba en la época de soñar con el futuro y con la profesión que me gustaría tener, fui saltando de una en otra con gustos muy variopintos: profesora, médico, escritora de libros... y desde luego teniendo muy claro qué no quería ser: dentista. Nunca pensé en ser ingeniera, que es lo que ahora soy, pero quizá por desconocimiento. El caso es que recuerdo una conversación que tuve con una amiga a colación de este tema no hace mucho:

Yo - Pues yo creo que cuando éramos pequeños soñábamos con ser aquello que asociábamos a gente que nos gustaba. Por ejemplo, lo primero que quise ser yo fue profesora por las profes de parvulitos.

Ella - Puede ser, porque yo de pequeña quería ser carnicera.

Yo - Jajaja ¿qué?

Ella - Sí, porque la carnicera a la que siempre iba mi madre era muy maja.

Así que, moraleja 1: los niños quizá no entiendan demasiado lo que hacen los adultos pero lo que sí perciben es cuándo y por qué un adulto es feliz y eso es lo que valoran. Para mí, las primeras profesoras que tuve eran como madres que me cuidaban fuera de casa y el cariño con el que me trataron hizo que de alguna forma quisiera para mí esa profesión. En el caso de mi amiga, ver a una señora cortando carne y a la vez sonriendo y diciendo cosas agradables probablemente le hiciera creer que gran parte de esa felicidad dependiera de su trabajo. Yo no quería ser dentista porque creía que todos los dentistas eran o acababan siendo como el mío: serio, bruto y siempre de morros. La mayoría de los niños de mi clase querían ser policías o bomberos, para ayudar a la gente, astronautas, para salir al espacio, o médicos, para salvar vidas. Puedo afirmar que no pensábamos en el dinero y que simplemente queríamos ser felices y hacer felices a la gente, igual que nos sentíamos nosotros.

Moraleja 2: probablemente los tiempos hayan cambiado pero es cierto que la mayoría de los niños de ahora piensan en trabajar en la tele, en el cine, en ser famosos, en tener mucho dinero para comprar esto y aquello... sí, hay de todo, pero hace años nadie pensaba en estas cosas.

Cuando tenía 15 años pasaba todo el verano en la piscina, andando en bici, con los patines arriba y abajo, leyendo todo lo que podía, intentando domesticar los gatos de mi pueblo y escribiendo en mi diario. Y por aquellas tenía ordenador y conexión a internet. Lo que me cuentan ahora mis alumnas de esa misma edad (doy clases particulares, por gusto y por sacarme unas perrillas) es que son adictas al tuenti, al móvil, a Hannah Montana, a los Jonas Brothers y a la saga Crepúsculo, que quedan todos los días antes de salir para maquillarse, que de deporte la hora semanal de gimnasia del instituto y que "qué vergüenza" salir en bici a la calle. Esto entre otras cosas.

Así que, sí, puedo afirmar que las cosas han cambiado.

Me duelen los tres riñones (kidneys) que no tengo

Sí, así es. De los pies al cogote estoy dolorida. Y todo porque ¡estamos de mudanza! Hace dos meses encontramos un ático precioso en el centro y sin dudarlo nos decidimos a comprarlo. Así que, tras los consecuentes trámites de rascar dinerillo de aquí y de allá, por fin se acerca el día en que definitivamente nos trasladamos, ¡mañana!

Este fin de semana hemos estado pintando las habitaciones y demás, metiendo todo en cajas y tirando bolsas y bolsas de cosas (aparentemente) inútiles. Hoy pasaremos la segunda mano de pintura, terminaremos de embalar y desmontaremos muebles para que mañana nos los lleven a nuestro nuevo hogar. Horterada, sí, pero podremos decir por fin aquello de "hogar, dulce hogar".

Así que, contentos y felices, empezamos algo nuevo.

viernes, 21 de agosto de 2009

Hoy me pongo seria...

...porque sigo a la búsqueda de un desodorante que no deje marcas blancas en la ropa... especialmente ¡en la ropa nueva!

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Oompa loompa

jueves, 20 de agosto de 2009

Bastará para salvarme

Sólo conocía a Nacho Vegas de oídas hasta que S puso una canción suya para que la escuchara. Al principio mi escepticismo intrínseco me hizo dudar de la valía de este hombre, primero porque desconfío de forma irracional de la música patria y segundo porque según S la supuesta intención de N. Vegas era la de ser una especie de Lou Reed español, lo cual no consiguió sino que soltara una carcajada y un ¡venga ya! sí, claro... (ahora los tengo olvidados, pero la Velvet y por ende, Lou Reed han formado parte de mis "indispensables"). Aparte de lo evidente, no me pareció muy original querer ser Lou Reed, era de esperar que alguien pretendiera parecerse a él, es muy bueno y es muy conocido...

El caso es que, conforme fui escuchando aquella bizarra canción, El hombre que casi conoció a Michi Panero, no sé por qué pero se fueron esfumando mis prejuicios, lo cual resultó además de sorprendente, algo incómodo de reconocer después de haberme reído tan alegremente. Si algo me fastidia de veras es rectificar y doblegarme (exagerando) y si algo me fastidia más todavía es reconocer ante mí un gran grupo o un gran cantante (porque eso generalmente se nota con los cuatro primeros acordes) y que no sea yo la que lo haya sacado a la luz.

Hoy no voy a hablar de esa canción. Hay otra canción suya que desde la primera vez que la escuché supe que sería otra canción a desgastar. Otra canción para escuchar una y otra y otra vez. Es una canción dedicada a Juanito Oiarzábal, un tipo que me cae especialmente bien y por el que siento gran admiración.




CERCA DEL CIELO

Si pudiera elegir

sólo un deseo
pediría vivir
siempre cerca del cielo.
Un cielo tan real
como el abismo,
en una guerra tan cruel
como la de uno contra uno mismo.

¿Querrás consentir
a quien quiere vivir así,
como Sísifo*?

Empeñado en subir, para luego bajar por pendientes imposibles. No cejé un tanto así y al final conseguí completar los catorce ocho miles, y aún me sobró tiempo para gritarle a los astros: ¡ved lo que soy!, y que el resto no es más que guijarros que caen al vacío.


Sólo yo contra mí
y contra los elementos,
calculando al milímetro
el más leve movimiento.
Mi cruz es de piedra
y mira al precipicio.
Seguiré hasta el final,
seguiré hasta el día del Juicio.

¿Querrás consentir
a quien quiere morir aquí,
en los Alpes?

Y que vuelve a subir, y después descender por terrenos casi impracticables. Si consigo avanzar tal vez logre ahogar algo dentro de mí inextirpable, algo que se retuerce y que no se detiene y que hará que ahora vuelva a repetirlo: cuando haya de morir quiero hacerlo aquí, CERCA DEL CIELO

Y me aferro a una roca más dura que dios y la falta de oxígeno nubla mi cabeza y sé que un poco más bastará para salvarme, un centímetro bastará para salvarme, una sola gota bastará para salvarme, un poco de paz bastará para salvarme


*Sísifo: en la mitología griega Sísifo era un personaje cuyo principal deseo era no morir nunca, mantenerse joven y para ello, incluso engañó al Dios Tánatos de la muerte. Como castigo, le dejaron ciego y fue obligado a empujar una enorme piedra montaña arriba, sólo para que ésta cayera rodando hacia abajo una vez arriba y él tuviera que bajar para volver a empezar, eternamente.

martes, 18 de agosto de 2009

Seguro que con la etiqueta "Brad Pitt" aparecen nuevas lectoras ;)

No sé si fue Oscar Wilde o su personaje Dorian Gray (que para el caso sería lo mismo) quien afirmaba que la vida ideal sería aquella en la que al nacer fuéramos viejos y conforme pasaran los años nos hiciéramos más y más jóvenes hasta morir siendo niños.

Tramposillo... esa es una forma muy vil de saber cuándo vas a morir. Quiero decir, habrá una diferencia más que sutil entre una persona que nazca con el aspecto de una de 50 años y otra que ronde los 90.

Aparte de eso, creo que este escritor (perseguido por homosexualidad) cuyo libro recomiendo, El retrato de Dorian Gray (su única novela, es cierto que se pueden escribir muchas cosas aparte de novelas y, quizá por eso, es lo único que he leído fruto de sus manos, porque aunque mi madre diga que leyendo novelas no se llega a ninguna parte, creo que se equivoca).... retomo lo que decía, que tanto paréntesis puede hacer que se extravíe el hilo... creo que este escritor no profundizó mucho en el tema. La teoría es bonita pero y ¿si lo pensamos más detenidamente? La película "El curioso caso de Benjamin Button" me hizo pensar sobre esto el otro día.

Primero, nacemos viejos pero en un cuerpo de bebé. No puede ser de otra forma, biológicamente hablando, dios mío, no, no puede ser que nazca un viejo a tamaño real, por mucho que se le hayan ido desgastando las articulaciones y esté encogido. Un bebé con aspecto de viejo tiene que ser realmente feo; arrugas, manchas en cara-manos-yvetetúasaber, artrítico, sin pelo o con alguna cana, ciego de cataratas, sordo... una delicia. Seguro que se me olvidan rasgos característicos de la vejez igual de agradables pero... creo que ya he sido lo suficiente gráfica. Y yo me pregunto, ¿cuándo le saldrían los dientes? ¿habría que ponerle dentadura? ¡dios! ¿Necesitaría chupete? Peor aún.... ¿y teta?

Segundo, tampoco tiene que ser de buen gusto ver un niño de 4 años con la apariencia de un abuelo de 80. Resumiendo, similar al caso del bebé pero en silla de ruedas y con un metro de altura (más o menos eso es lo que mide un niño de 4 años, ¿no?). ¿Con cuántos años empezaría a andar?

Tercero, con cuántos años empieza a trabajar. ¿Cuándo deja de necesitar el bastón? ¿Después de la tercera operación de corazón? "¡Por qué narices nace uno tan fastidiado?" - se preguntaría más de uno.

Saltando la parte de estudios y trabajo o trabajo y estudios (no sé en qué orden) - Cuarto, sería muy cruel la existencia de niños de 10 años (¿con ideas de niños?) con alzheimer. Ni siendo niños darían una imagen agradable.

Así que, no creo que Oscar Wilde pensara realmente demasiado en el tema. Probablemente sea otra de estas frases típicas atribuidas a personajes famosos que suenan bien pero que si las analizas, ¡dan miedo! o peor, no tienen sentido y son ridículas.

En el caso de la película "El curioso casi de Benjamin Button" le ocurre al protagonista (Brad Pitt) más o menos lo que he ido contando, con la putadilla (con perdón) de que el resto de mortales siguen el ritmo natural de la vida, es decir, nacen bebés y se van haciendo viejos. Es una película bonita. Seguro que algún envidiosillo se resarcirá al ver a Brad Pitt como un viejo carcamal y a más de una (y uno) se le caerá la babilla al verlo rejuvenecido, como en sus tiempos de melenas, vaqueros rotos y camiseta blanca (época en la que no me gustaba, aunque nadie lo crea).


PD Mi verdadera e indiscutible opinión sobre la belleza de Brad Pitt:
Si te pones tiquismiquis, en realidad no es tan guapo, más bien tiene un encanto que va más allá de lo físico. Quien siempre me ha parecido guapo de veras es Paul Newman.

domingo, 16 de agosto de 2009

¡Ya volví!

¡Yuuju! ¡Yujuu!

domingo, 2 de agosto de 2009

Vacaciones Santillana

Cuelgo el cartel de vacaciones.....

Vacaciones Forges

Va de gatos

La semana pasada estuvieron los padres de S (mis suegros) de visita. Ellos viven en Madrid. Hasta ahora no habían visto al gato más que en fotos. Les encantó.

El día antes de irse, mi suegro, que es muy sabio, dijo algo que se me quedó grabado y que espero no olvidar. Tampoco es difícil de olvidar, pero a veces no recuerdas los recuerdos. Es raro y eso es otra historia. Dijo algo así:

"Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre."

Precioso. Y, es cierto. El que tenga un gato que vea algún documental de tigres o leones. Son iguales a escala.

Eso sí, a mi suegro, que se parece bastante a Monk, lo que quizá no le hizo tanta gracia fue encontrarse al gato dentro de su pijama.... ¡ups!

Cosas que me fastidian (1)

Que por designios de la globalización y de la involución de nuestro idioma por causas "british" estemos perdiendo nuestros signos de exclamación e interrogación.

No es lo mismo: "¿Tú estás tonto?" que "¡Tú estás tonto?" o que "¡Tú estás tonto!", ¿a que no? (si se prueba en voz alta se percibe la diferencia y más si se lo dices a alguien). Pero bueno, hasta yo a veces me los como sin querer. Y le dará alguna indigestión a algún infeliz, por eso y por decir "Pero haber, tu estas tonto???"

Domingos

Los domingos me ponen triste. Desde siempre. Son días largos que no aprovecho (si es que ya son casi las 7 y ¡no he hecho nada!), generalmente grises y en ocasiones lluviosos. Son días de pareja y gracias a dios que no estoy sola que si no me los pegaría como James Stewart en La ventana indiscreta, malhumorada y confabulando con el gato (no sé realmente para qué, pero algo confabularíamos). Los domingos son el último día de la semana y eso significa volver a empezar y volver a echarme la bronca por haberme quedado otra vez sin tiempo para finiquitar la larga lista de pequeños asuntillos pendientes que reservo para el fin de semana. Por tanto, los domingos son días de autoconmiseración y desaprobación, aunque también de buenos (e idiotas) propósitos.

Y este domingo en concreto me merezco doble reproche a mí misma, porque mañana nos vamos S y yo a Ponferrada y debería haber preparado varias cosas que por contar con el colchón de la mañana del lunes, no he hecho. Lo peor de todo es que son cosas que no puedo hacer hoy porque otra cosa fastidiosa de los domingos es que, a excepción de las iglesias, no hay nada abierto y necesito arena para el gato. Estos días se queda con mis padres. ¡Cómo voy a echarle de menos! Si es que hoy todo resulta deprimente...

Dejo una canción de domingo (cover de Johnny Cash):



Y en directo (que las barbas del tipo impresionan):


sábado, 1 de agosto de 2009

Cosas que me gustan (2)

Me encanta la música. Y que, afortunadamente, no todo esté inventado.

Sigur Ros - Hoppípolla