domingo, 2 de agosto de 2009

Domingos

Los domingos me ponen triste. Desde siempre. Son días largos que no aprovecho (si es que ya son casi las 7 y ¡no he hecho nada!), generalmente grises y en ocasiones lluviosos. Son días de pareja y gracias a dios que no estoy sola que si no me los pegaría como James Stewart en La ventana indiscreta, malhumorada y confabulando con el gato (no sé realmente para qué, pero algo confabularíamos). Los domingos son el último día de la semana y eso significa volver a empezar y volver a echarme la bronca por haberme quedado otra vez sin tiempo para finiquitar la larga lista de pequeños asuntillos pendientes que reservo para el fin de semana. Por tanto, los domingos son días de autoconmiseración y desaprobación, aunque también de buenos (e idiotas) propósitos.

Y este domingo en concreto me merezco doble reproche a mí misma, porque mañana nos vamos S y yo a Ponferrada y debería haber preparado varias cosas que por contar con el colchón de la mañana del lunes, no he hecho. Lo peor de todo es que son cosas que no puedo hacer hoy porque otra cosa fastidiosa de los domingos es que, a excepción de las iglesias, no hay nada abierto y necesito arena para el gato. Estos días se queda con mis padres. ¡Cómo voy a echarle de menos! Si es que hoy todo resulta deprimente...

Dejo una canción de domingo (cover de Johnny Cash):



Y en directo (que las barbas del tipo impresionan):


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