jueves, 20 de agosto de 2009

Bastará para salvarme

Sólo conocía a Nacho Vegas de oídas hasta que S puso una canción suya para que la escuchara. Al principio mi escepticismo intrínseco me hizo dudar de la valía de este hombre, primero porque desconfío de forma irracional de la música patria y segundo porque según S la supuesta intención de N. Vegas era la de ser una especie de Lou Reed español, lo cual no consiguió sino que soltara una carcajada y un ¡venga ya! sí, claro... (ahora los tengo olvidados, pero la Velvet y por ende, Lou Reed han formado parte de mis "indispensables"). Aparte de lo evidente, no me pareció muy original querer ser Lou Reed, era de esperar que alguien pretendiera parecerse a él, es muy bueno y es muy conocido...

El caso es que, conforme fui escuchando aquella bizarra canción, El hombre que casi conoció a Michi Panero, no sé por qué pero se fueron esfumando mis prejuicios, lo cual resultó además de sorprendente, algo incómodo de reconocer después de haberme reído tan alegremente. Si algo me fastidia de veras es rectificar y doblegarme (exagerando) y si algo me fastidia más todavía es reconocer ante mí un gran grupo o un gran cantante (porque eso generalmente se nota con los cuatro primeros acordes) y que no sea yo la que lo haya sacado a la luz.

Hoy no voy a hablar de esa canción. Hay otra canción suya que desde la primera vez que la escuché supe que sería otra canción a desgastar. Otra canción para escuchar una y otra y otra vez. Es una canción dedicada a Juanito Oiarzábal, un tipo que me cae especialmente bien y por el que siento gran admiración.




CERCA DEL CIELO

Si pudiera elegir

sólo un deseo
pediría vivir
siempre cerca del cielo.
Un cielo tan real
como el abismo,
en una guerra tan cruel
como la de uno contra uno mismo.

¿Querrás consentir
a quien quiere vivir así,
como Sísifo*?

Empeñado en subir, para luego bajar por pendientes imposibles. No cejé un tanto así y al final conseguí completar los catorce ocho miles, y aún me sobró tiempo para gritarle a los astros: ¡ved lo que soy!, y que el resto no es más que guijarros que caen al vacío.


Sólo yo contra mí
y contra los elementos,
calculando al milímetro
el más leve movimiento.
Mi cruz es de piedra
y mira al precipicio.
Seguiré hasta el final,
seguiré hasta el día del Juicio.

¿Querrás consentir
a quien quiere morir aquí,
en los Alpes?

Y que vuelve a subir, y después descender por terrenos casi impracticables. Si consigo avanzar tal vez logre ahogar algo dentro de mí inextirpable, algo que se retuerce y que no se detiene y que hará que ahora vuelva a repetirlo: cuando haya de morir quiero hacerlo aquí, CERCA DEL CIELO

Y me aferro a una roca más dura que dios y la falta de oxígeno nubla mi cabeza y sé que un poco más bastará para salvarme, un centímetro bastará para salvarme, una sola gota bastará para salvarme, un poco de paz bastará para salvarme


*Sísifo: en la mitología griega Sísifo era un personaje cuyo principal deseo era no morir nunca, mantenerse joven y para ello, incluso engañó al Dios Tánatos de la muerte. Como castigo, le dejaron ciego y fue obligado a empujar una enorme piedra montaña arriba, sólo para que ésta cayera rodando hacia abajo una vez arriba y él tuviera que bajar para volver a empezar, eternamente.

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