lunes, 24 de agosto de 2009

¿Qué quieres ser de mayor?

En casa, tenemos la mala costumbre de ver la tele mientras desayunamos. Bueno, no sé si es una mala costumbre, tengo un poco de cacao con eso de que es malo ver la tele mientras se come o mientras se cena o después de cenar o de comer o de lo que sea porque entorpece la comunicación familiar, algo así es, ¿no? En nuestro caso ocurre lo contrario, en muchas ocasiones, la tele favorece la comunicación. Por ejemplo, ayer mientras desayunábamos, en un corte de publicidad, viendo anuncios para niños, S llegó a la siguiente conclusión:

"Hoy en día las niñas sólo quieren ser cantantes"

Muy rotundo. Pero tiene razón. Cuando yo estaba en la época de soñar con el futuro y con la profesión que me gustaría tener, fui saltando de una en otra con gustos muy variopintos: profesora, médico, escritora de libros... y desde luego teniendo muy claro qué no quería ser: dentista. Nunca pensé en ser ingeniera, que es lo que ahora soy, pero quizá por desconocimiento. El caso es que recuerdo una conversación que tuve con una amiga a colación de este tema no hace mucho:

Yo - Pues yo creo que cuando éramos pequeños soñábamos con ser aquello que asociábamos a gente que nos gustaba. Por ejemplo, lo primero que quise ser yo fue profesora por las profes de parvulitos.

Ella - Puede ser, porque yo de pequeña quería ser carnicera.

Yo - Jajaja ¿qué?

Ella - Sí, porque la carnicera a la que siempre iba mi madre era muy maja.

Así que, moraleja 1: los niños quizá no entiendan demasiado lo que hacen los adultos pero lo que sí perciben es cuándo y por qué un adulto es feliz y eso es lo que valoran. Para mí, las primeras profesoras que tuve eran como madres que me cuidaban fuera de casa y el cariño con el que me trataron hizo que de alguna forma quisiera para mí esa profesión. En el caso de mi amiga, ver a una señora cortando carne y a la vez sonriendo y diciendo cosas agradables probablemente le hiciera creer que gran parte de esa felicidad dependiera de su trabajo. Yo no quería ser dentista porque creía que todos los dentistas eran o acababan siendo como el mío: serio, bruto y siempre de morros. La mayoría de los niños de mi clase querían ser policías o bomberos, para ayudar a la gente, astronautas, para salir al espacio, o médicos, para salvar vidas. Puedo afirmar que no pensábamos en el dinero y que simplemente queríamos ser felices y hacer felices a la gente, igual que nos sentíamos nosotros.

Moraleja 2: probablemente los tiempos hayan cambiado pero es cierto que la mayoría de los niños de ahora piensan en trabajar en la tele, en el cine, en ser famosos, en tener mucho dinero para comprar esto y aquello... sí, hay de todo, pero hace años nadie pensaba en estas cosas.

Cuando tenía 15 años pasaba todo el verano en la piscina, andando en bici, con los patines arriba y abajo, leyendo todo lo que podía, intentando domesticar los gatos de mi pueblo y escribiendo en mi diario. Y por aquellas tenía ordenador y conexión a internet. Lo que me cuentan ahora mis alumnas de esa misma edad (doy clases particulares, por gusto y por sacarme unas perrillas) es que son adictas al tuenti, al móvil, a Hannah Montana, a los Jonas Brothers y a la saga Crepúsculo, que quedan todos los días antes de salir para maquillarse, que de deporte la hora semanal de gimnasia del instituto y que "qué vergüenza" salir en bici a la calle. Esto entre otras cosas.

Así que, sí, puedo afirmar que las cosas han cambiado.

2 comentarios:

  1. A veces uno no termina nunca de responder a esa pregunta. Ahora, a mis casi 40 años todavía estoy pensando en qué quiero ser de mayor. Tal vez no deberíamos dejar de preguntárnoslo nunca. Mejor cuestionarse que callar y autocompadecerse.

    Un beso

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  2. No sé si pensar en qué queremos ser de mayores es lo que no dejamos de hacer nunca o simplemente pensar en el siguiente paso o varios pasos más allá a dar. Alimentar nuestra realidad con sueños e ilusiones a veces es reconfortante y casi siempre, vital.

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