miércoles, 25 de mayo de 2011

Crees que no se va a ir nunca

Cuando viene el dolor, crees que no se va a ir nunca... sientes el dolor del propio dolor... los pensamientos ni siquiera se agolpan... llegan uno detrás de otro... en hilera y despacio... despacio... veo su sonrisa... percibo la sonoridad de mi nombre en boca de él... su mirada que me observa... sus gestos delicados aunque descuidados... son segundos en los que sólo existe él, en los que sólo queda su ausencia... y el resto... vacío.

Él es un vacío eterno. Cuando lo sientes, crees que no se va a ir nunca. Sientes lo que crees que nadie ha sentido ni sentirá y poco a poco... el cuerpo se despereza... se agita interiormente para ir desprendiéndose con suavidad de ese dolor... para dejarlo en un montoncito apartado a un lado... casi como convenciéndole para que se aleje y durante ese momento de persuasión, el propio cuerpo se vaya alejando... incluso sientes cómo el cuerpo le habla al dolor, a tu dolor... "tranquilo... de verdad... tú quédate ahí... al fin y al cabo, sólo es un hasta luego..."

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