lunes, 11 de enero de 2010

Quizá sea tarde para decir esto pero... me gusta la Navidad

No importa que pasen los años y las primaveras... la Navidad sigue gustándome y emocionándome...

Lo reconozco, me gusta la Navidad y me gusta por todos los recuerdos que me da cada año... me gusta la Navidad por todas las comilonas familiares de obligada asistencia... me gusta preguntar todos los años que cómo puede haber alguien a quien no guste los langostinos... me gusta ver la mesa preparada para más de diez personas... me gusta saborear el cordero asado y recordar las horas previas a la comida del día de Navidad, sentados frente al horno, escuchando hablar a mi abuela, mientras vigilaba que la carne quedara al punto... me gusta pensar en ella, en su impecable recogido de cabello blanco, en su sonrisa y en todas las cosas que nos contaba... aquéllas cosas que sin darnos cuenta, se nos quedaron grabadas, aunque nuestras inquietudes infantiles prefirieran echar mano a veces de la encomiable programación navideña de la tele...

Ésa es la Navidad que todos los años tengo en mente... la Navidad en el pueblo, la nieve, el olor a leña en las calles, las botellas calientes en la cama que preparaba mi abuela antes de ir a dormir, el frío punzante en una casa de piedra sin calefacción... y era preciosa... significaba estar juntos sin pensar en el tiempo... un tiempo marcado por los cuartos, la media y la hora en punto de las campanas... por la misa de gallo, la de Navidad, la de San Esteban, patrón del pueblo, por aquellos escalones de piedra que se hacían interminables hasta llegar a la iglesia...

La Navidad en Pamplona también era ansiada... a comienzos de diciembre suplicábamos a mi padre que sacara las cajas del Belén... y cuando por fin nuestro tío traía un abeto y musgo del pueblo y un vecino carpintero nos daba serrín, nos poníamos a ello... aunque casi siempre era yo la que con más entusiasmo se dedicaba a configurar ese Belén en miniatura... me gustaba ir colocando todas las figuritas con mimo, cuidando que no se cayeran las ya colocadas... las lavanderas, los pastores, las ovejas, las gallinas, los tres Reyes... el molino, el río simulado con papel de plata... y el nacimiento... Me gusta ver que ahora es mi madre la que se encarga del Belén... la que este año tenía la casa sembrada de belenes que habíamos hecho de pequeños; belenes de papel, de corcho, de madera, de escayola...

Me gusta pensar en la Navidad de los Reyes Magos... noches de insomnio y de expectación ante el más mínimo ruido nocturno... y mañanas de sorpresas, de alegrías, de carreras a la habitación de nuestros padres (con caída y golpe en la ceja con el marco de la puerta y tres puntos de sutura incluídos) para compartir con ellos la admiración de los juguetes... y mañanas de comentarios anecdóticos entre mis hermanos: "yo he visto a Melchor cómo entraba al baño y..." "¿En serio!?"...

Sé que la Navidad no sólo es esto pero...

4 comentarios:

  1. Tengo que decir que estoy orgullosa de lo que acabo de escribir.... :)

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  2. A mí también me gusta. Y eso que estas Navidades han sido bastante raras en general... faltaba gente, pero también tuvimos entre nosotros a un recién llegado.

    A mi me gustan, y le pese a quien le pese, seguiré llamándo a estas fiestas "Navidades" y no "solsticio" ni ningún giro diseñado para no llamar a las cosas por su nombre.

    Un beso

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  3. Querida Irulan, te echábamos de menos.

    Y sí, yo también recuerdo las Navidades de cuando era pequeña así, con mesas para multitud de comensales, belenes y árboles llenos de bolas doradas y espumillón y la ilusión de correr por el pasillo a descubrir qué nos habían dejado los Reyes...

    Precioso. Gracias por compartirlo.
    Un beso.

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  4. Gracias Orquídea, muchas gracias... hay cosas que al contarlas en este mundo de locos en el que vivimos, hacen sentirse pelín bicho raro... así que, muchas gracias a los dos :)

    Besos

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